Escribir es inevitable
Escribo desde muy pequeño. Primero unos artículos en el periódico del colegio, para subir nota. Luego cartas, de las de antes, cuando se escribía a mano y se ponía un sello y se esperaba un mes a que la otra parte te respondiera. Siempre he leído mucho y cuando me aficioné a la poesía, acuñé muchos poemas de juventud. Más adelante, sin darme cuenta, mi carrera profesional se dirigió espontáneamente hacia el área de Comunicación en empresas multinacionales, en las que impulsé el relato como formato narrativo para los mensajes corporativos. Creo que habré escrito más de doscientos artículos, blogs, notas de prensa, discursos, y otros formatos. ¡Ah! Entonces, por primera vez me aventuré a publicar: un libro llamado «Invisible Heroes», en inglés. Ahí sigo un poco aún. En un afán de seguir aprendiendo técnicas narrativas, me enrolé hace un par de años en algunos cursos de escritura de ficción. Fruto de esa experiencia ha nacido “La belleza en lo roto” y una primera novela que confío que vea la luz en 2023.
Escribo para descubrirme
Mi primer libro es una colección de doce relatos de metaficción en los que retrato personas aparentemente ordinarias a los que les suceden cosas extraordinarias, en los que la realidad se funde con la ficción y la complementa. Como Santiago, el “metanexo” que reescribe la historia en servilletas de bar, o Xaloa, la peluquera que imagina un embarazo lleno de ilusión, los personajes que pueblan estas páginas viajan con baúles cargados de frustraciones, ambiciones y muchos huevos para estampar contra la autoridad. Se miran al espejo y ven sus cuerpos desnudos tejidos con hilo fino, frágil que ocasionalmente revela simas abismales en sus costuras, sobre las que caminan manteniendo el equilibrio de puntillas, caen algunas veces pero siempre regresan, se rompen pero encuentran la belleza en lo roto.